Dos bolas de sangre

Ya no distinguía entre el dolor de la garganta y el de las mandíbulas.
Me habían hecho daño y no podía cerrar la boca. Un rato antes, con la excusa de mirar dentro de ella, me habían pedido que abriera la boca y sin que hubiera tenido tiempo ni capacidad para oponerme, me colocaron algo dentro de ella para impedirme cerrarla.
Antes, con aquel aparato había ido forzando mis mandíbulas hasta el punto de provocarme un dolor considerable. Quizás por ello el recuerdo es superior al dolor de los cortes.
Cuando sentí que dejaban de sujetarme volví a bajar la cabeza y al abrir los ojos vi la palangana. Tenía el fondo encharcado en sangre y en medio de ella, como albóndigas ensangrentadas, dos bolas de carne. 
Después de retirar la palangana me quitaron aquel aparato de la boca y pude cerrarla. Un rato más tarde apareció mi madre toda alterada. Alguien le explicó que habían aprovechado que aquel día el médico estaba allí para hacerlo y que no habían podido avisarle antes.
Yo era propenso a  la inflamación de las amígdalas y entonces la solución utilizada era simple: cortarlas.
Mi madre me llevó a casa y me metió en la cama, estuve cuatro días negándome a abrir la boca hasta que el hambre me aconsejó hacerlo. De aquellos cuatro días sólo recuerdo que mi madre, cuando me hacía el dormido e intentando convencerme, me recitaba canturreando:

Abre los ojos  Juan,
que viene Dios a verte con un cuenco de caldo.
¡Yo los ojos no los abro, venga Dios o venga el Diablo!
Abre los ojos Juan,
que viene Dios a verte con un cuenco de bledas.(1)
¡Habelas! 

1. Acelgas en catalán
Mediano es un pueblo situado en la franja catalano/aragonesa.

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